“DIÁLOGO, ENTRE UN GATO Y UNA “PULGA”.
Cierto día; Entablé diálogo, con una pulga resabiada.
La cual se aposentaba…
En la cabeza de una gata. “Ahí, no es nada”.
Me lanzó una parrafada:
Repáre, si acaso soy insidioso;
en la cabeza del gato, el estado es peligroso.
Ser inteligente se es, y vivir se debe…
En gatos tontos, y se compruebe.
Hay “Pueblos” como los gatos;
Tienen más pulgas, que un Jabato,
y halló pronta prevención...
De afeitar sus pelos largos.
Quedé con boca de a palmo;
al oír ensimismado,
como dijo y maldijo…
El felino remolón.
¡¡No te muevas tan a prisa picarón!!;
que la sangre en su descanso, es mejor”.
Y la graciosa pulguilla;
pica que salta, salta que pica,
mientras se arranca la gata…
Con baile de seguidillas.
Esta historia se acaba;
ya que ambas en la farsa,
tendrán las penas dobladas,
si bien el que pica doble...
También contará desgracias.
El felino es traidor;
La pulga me lo relata.
“Moraleja:
Pocos diputados había, y parió la gata vieja.
Las pulgas se incrementaron;
En un Pueblo semiséco,
con peligro de un Estado.
Como cabeza de gato…
En puertas, y abandonado”.
“La pulga, los nacionalistas.
El gato, el Pueblo español.
El “corrector”, que no corrige...
Es corrupto y cabrón”.
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