"POR FIN SE ECHÓ EN MIS BRAZOS". "1ª PARTE".

"UNA ODISEA MUY HERMOSA".

.-¡Ayuda mi bello amante;
me persiguen con lujuria,
no soporto las injurias...
Siendo horror y detonante.

Amigos de mi padrastro;
me admiran y me codician,
y el horror a sus caricias...
Es la pena que yo arrastro.

.- ¡Os amparo con mi hombria!;
aguardad sólo un momento,
con alcurnia y sentimiento...
Mi cárcel que esta sombría.

Mi visión que cae tan largo;
no alcanza a ver rufianes,
será pobres los don juanes...
¿Si aparecen, yo me encargo?.

Pasaron breves momentos;
y llegaron tres canijos,
dos delgados y otro pijo...
Agrediendo al monumento.

Con tres limpios puñetazos;
se acabó la algarabia,
gritaban, más no entendía...
Con barullo y arañasos.

Huyeron los tres rufianes;
me gritaban amenazas,
huian como nenazas...
Aquellos pobres don juanes.

Salimos del alboroto;
a un parque muy cercano,
me alisé mi pelo cano...
Y me plisé un gran roto.

Lo que yo resumiría;
son los valiosos colores,
del hartazgo con amores...
Mas con eso sufriría.

Esta charla es muy amena;
con la fragancia de rosas,
con clavellinas hermosas...
Con su presencia serena.

Ante un gran río, en su orilla,
con nenúfares preciosos,
los alhelies son graciosos...
Cuando la luna más brilla.

Con el croar de las ranas;
cuando vuelan las lechuzas,
cuando se extingue "la bucha"...
Bajo el crujir de las ramas.

Son cientos los olivares;
que se mecen con el viento,
van todos en movimientos...
Parecen decir verdades.

"PROSIGUE:


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